El Museo Errazuriz, por muchas veces que lo recorramos, tiene el don de dejarnos boquiabiertos, ante el esplendor de su arquitectura, sus decoraciones, el ambiente lujoso, en el que parece mentiras que una familia haya habitado.
La excusa para entrar fue una muestra de cerámicas suecas.
Sin embargo, apenas miramos a vuelo de pájaro la sala dedicada a esa muestra. Y en cambio dedicamos horas a recorrer uno y otro ambiente, admirando las cristalerías, porcelanas, piezas de arte, los mármoles que recubren especialmente el comedor (extraídos de la misma cantera que proveyó a Versalles). Maravillados, pero sin perder el sentido del humor que caracteriza a este grupo, nos perdimos y reencontramos muchas veces.
A la salida, como de costumbre, nos refugiamos en un café a comentar las impresiones de la tarde y, a conocernos, cada vez mejor.
Cuando nos despedíamos, Rosa exclamó
- Que bien la pasamos... bah, siempre la pasamos tan bien...-
IDENTIDAD BARRIAL - CASAS QUE YA NO ESTÁN - AGRELO 3889
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Mi compañero de investigación, Gerónimo Rombolá, insistía a comienzos de
los 90:
- Hay que fotografiar todo, en unos años no quedará nada de la identi...