Lo mejor del taller, pasa por el buen humor de los integrantes, por las relaciones de afecto que se establecieron. De esa manera pasamos las tareas, bromeando, riendo mucho, elaborando planes y especulando con las salidas.
Aunque también nos ponemos serios, la historia lo es, y a veces hay que metabolizarla con todo su acibar.
A tres meses y algo de terminar el curso, mi mayor satisfacción, es haber logrado que este extraordinario grupo de personas, se acerca y se consolidara.